De las cenizas de Schwarz, la banda de avant-rock psicodélico que estuvo activa durante veinte años y publicó nueve álbumes, nace ESPIRICOM. Integrado por Alfonso Alfonso (Artificiero, Nepal Napalm, ex-Schwarz) y Fran del Valle (Perro, ex-Schwarz), el dúo retoma las coordenadas de la banda madre con un mayor énfasis en los elementos orientalizados y tribalistas, una buena dosis de electrónica marca de la casa y sin desdeñar los riffs de guitarra fuertemente arraigados en el rock. En cuanto a las letras, éstas se adentran en territorio esotérico y ocultista con una gran carga simbólica. El proyecto nace en 2018 y a lo largo de ese mismo año hacen los primeros directos, entre los que destacan los festivales Sound Isidro en Madrid, TagomagoFest en Valencia y Høstpunkt en Noruega, país al que regresan al año siguiente para dar algunos conciertos más. En 2019aparece su primer disco, “Trapezoide”. Tras el obligado parón por la pandemia regresan con nuevo disco recién editado, “Nuevo Orden Mágico”, que ha sido mezclado por el techno master Óscar Mulero.

Manel M. Hontoria y Ricky Lavado son La Joya. Ambos militan o han militado en una larga y disfuncional lista de bandas del terreno independiente de este país en las últimas dos décadas (Standstill, The Secret Society, Nudozurdo, Egon Soda, Cuzin, Mi Capitán, Buena Esperanza, The New Raemon…), aunque los caminos que transitan con La Joya se adentran por paisajes sonoros inexplorados por esas bandas. En La Joya suenan una guitarra y una batería. Poco más. Las canciones se muestran desnudas, reducidas a su esencia más pura y alejadas de imposturas, fuegos artificiales o declaraciones de intenciones. Por establecer coordenadas aproximadas, podría decirse que en La Joya hay slowcore y postrock; hay tempos relajados y riffs delicados y sucios a la vez. Hay algo del rock oscuro de sellos como Lost & Found, y también algo de la luminosidad de la americana menos ortodoxa. La Joya es música humilde y calmada que encaja poco con el automatismo y la velocidad de estos tiempos que nos está tocando vivir; música sin pretensiones y, precisamente por ello, profunda. Música que, pese a ser instrumental principalmente, en el fondo habla de ese momento en la vida en el que los domingos por la mañana pasan a ser más importantes que los sábados por la noche.